S I N S E N T I D O S S I N C R I T E R I O

todo es mentira excepto lo que no queremos ver

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jueves, febrero 28, 2008

9-M, ladridos en el desierto

¿de qué me queréis convencer, si ni yo mismo me convenzo de las cosas buenas que están por ocurrirme? ¿de qué me sirve vuestra cantinela, de qué vuestra campaña, de qué vuestro programa? ¿de qué me sirven vuestros reproches? si oyérais mis quejidos no daríais esas voces. ¿a qué fin tantos insultos, tanta hemorragia verbal, tanta palabra insípida, estúpida, banal? ¿de qué me sirve vuestra sordera, si yo no sé vivir sin música, ni sin alguien que me susurre que me querrá una vida entera? ¿de qué me sirven vuestros objetivos? ¿de qué vuestros motivos? ¿de qué vuestra verborrea? ¿de qué coño vais cuando habláis de currantes? ¿no veis que hiere mi orgullo y que insulta mi herencia obrera? ¿de qué me sirve que os escoréis a izquierda o a derecha, si surcáis con muy poca clase el mar de mi indiferencia? ¿por qué no os hundís y arrastráis a vuestros lacayos, todos los pelagatos de la pana y de la sotana? ¿por qué no os despellejáis lejos de miradas indiscretas? ¿no os da verguenza? ¿no os da pudor? ¿no entendéis que es una condena aguantar vuestro mal olor? ¿por qué no desaparecéis al país de la mediocridad? ¿por qué no os jugáis al mus quién es dueño de la única verdad? ¿por qué no admitís que no valéis para gran cosa, y os dio por probar? ¿por qué sois tan peleles? ¿por qué no reconocéis que nadie os pidió papeles? ¿por qué coño estáis todo el día en la tele? ¿acaso regalan algo? ¿no será una casa? porque el alquiler se me acaba, y vosotros ladra que ladra, y yo aquí a ver lo que pasa... ¿os interesa compartir? porque sería cojonudo: todo el piso para mí y vosotros en vuestro mundo

viernes, febrero 22, 2008

una noche cualquiera

El que no se entera, el amigo musicófilo del capitán fonzollo, se había tomado la tarde del viernes libre para irse de potes con un viejo conocido que estaba de paso en la ciudad. Con la excusa de llevar a la abuela al hospital, le había devuelto a sus jefes la putada de haber tenido que trabajar el martes hasta las 9. "Así aprenderán", pensó.

El colega en cuestión era un ex-compañero de pensión en lo que él llamaba "los oscuros tiempos de la universidad". El que no se entera odiaba visceralmente la universidad y todo lo que representa, y le irritaba sobremanera que le recordaran a qué le debía el poder estar trabajando. "Ni que fuera una fiesta esto de trabajar", solía contestar. Para él había sido la universidad, y no la pubertad ni el heavy metal, el auténtico shock de la juventud, el lugar en el que sus inseguridades se multiplicaron por diez.

Y nadie le iba a convencer de lo contrario.

Después de un recorrido variopinto por los bares del centro, la tarde dio paso a la noche. Bien lubricados de alcohol, anduvieron rememorando batallas, hablando con putas y policías, y hasta les tiraron un cubo de agua en la calle del teatro por cantar a grito pelado. A las cinco de la mañana su colega inició la retirada, agradeciendo el paseo y alzando su gin-tonic a la salud de los viejos tiempos. El que no se entera se quedó sólo, aún con algo de dinero y justo al lado de la sala Atomic! "Qué bien" -pensó- "me voy a tomar la última y a echarle un ojo a las niñas".

El lugar no había cambiado: rock'n'roll y chicas guapas. Pidió el enésimo gin-tonic y descubrió con sorpresa que la camarera le hacía ojitos. Por educación sonrió, y ella se puso toda risueña. Luego se acercó un poco a la pista para otear los alrededores. En eso estaba cuando notó una mano en la espalda, y se volvió: era una chica muy mona que se comunicaba con él: "¡esto es tuyo!", le gritó por encima de la música. En la mano agitaba su cartera, ¡qué imbécil!, se la había dejado en la barra. En agradecimiento le invitó a una copa. De vuelta a la barra ya sabía que su nombre era Eva, y que había venido con una amiga que enseguida ligó y desapareció. Envalentonado por el alcohol le dijo: "¿y por qué no ibas a tener tú la misma suerte?". Ella rió, y al reír se puso aún más guapa. El comenzó a maquinar complots reproductores.

La misma camarera de hace un momento vino a atenderles. Cuando le vio con la chica la expresión le cambió. "Un gin-tonic para ella, por favor". Despechada, derramó casi toda la tónica al servir. Sin borrar la sonrisa, Eva se volvió hacia él y tocándole el brazo dijo: "qué camisa más bonita...". La camarera estaba a punto de saltar la barra. En un destello de lucidez el que no se entera recordó que nada gusta más a una mujer que dar envidia a otra mujer. Bebió media copa del tirón y sin decir nada se abalanzó hacia la escalera.

Cuando entró en casa ya había amanecido. Agotado, fue directo al dormitorio y en la penumbra notó como su novia se despertaba al sentirle llegar. A ella le dolía la tripa y por eso había dicho que se quedaba en casa. Entre estiramientos perezosos alcanzó a tocarle el pelo cuando él se sentaba en la cama.
- ¿qué tal día hace, panchudo?
- no lo sé negrita
- ¿me has echado de menos?
- toda la noche
- mentiroso...



miércoles, febrero 20, 2008

black piscis

espiritu negro de febrero, constelación desgarrada, camaleón traicionero que oscurece para no ser descubierto... mirada sin fondo, topacio vidrioso, indescifrable, torcido como sus pisadas, que trae en su ascendente la tormenta inacabable... la luna negra se cuela por las rendijas, las puertas se cierran solas, golpes funestos, vientos agoreros, y treinta y dos caballos negros machacan la llanura con el golpe fatal de sus cascos certeros... los gatos enloquecen, las campanas enmudecen y proyectan la luz siniestra del crisol de su condena... a salvo en el refugio me hago pequeño, y espero y deseo la llegada de la buena estrella: la constelación del carnero

martes, febrero 19, 2008

the raveonettes..!!

sms del que no se entera: "yeeeeeeeeeeeaaaaahhh... no me quiero ni imaginar lo que habría pasado esta noche con i know that you want the candy... laister ar***actualizando mensaje, exceso de electricidad*** "

miércoles, febrero 13, 2008

confusión masiva

Rajib es el encargado del colmadito que hay debajo de casa, el típico colmado de horarios imposibles. Siempre me saluda con gran efusividad, pero esto la verdad es que lo hace con todo el mundo. No obstante, Rajib me tiene visto desde hace varios años y siempre intenta que yo me sienta a gusto en su pequeño Spar. A veces lo intenta demasiado, lanzándome toda clase de preguntas justo después de que yo entre escopeteado a por un cartón de leche. Desde el fondo de la tienda sus palabras me persiguen: "¿cómo está amigo? ¿cuándo hace fiesta? ¿cómo está chica guapa?"

Nunca me ha preguntado el nombre y yo la verdad es que no me arranco a decírselo, así que me llama "amigo". Lo de la fiesta es por algún reenganche dominguero en el que entré a por cerveza y me cayó el san benito. Y lo de la chica... bueno, para él cualquier mujer que esté a menos de un metro de mí se convierte automáticamente en mi acompañante. Debe ser una costumbre árabe. Una vez, estando yo de charleta con mi peluquera mientras esperábamos los dos para pagar, Rajib puso cara de extrañado, y al día siguiente me dijo: "chica guapa ayer un poco mayor, ¿no?"

Al lado de la caja, Rajib tiene dos pequeños televisores: uno con la pantalla partida en cuatro en el que vigila a los posibles manguis de la tienda, y otro mostrando continuamente un conocido canal árabe de noticias. Muy al principio de convertirme en cliente, estaba un día haciendo cola cuando en su mini-tele pusieron imágenes en directo del típico atentado en Bagdad. Por supuesto el espectáculo era dantesco. Rajib cobraba a la persona que yo tenía delante, pero sin quitar ojo a la pantalla y murmurando algo en su idioma mientras meneaba la cabeza de un lado a otro. Yo, incauto, le hice un comentario cuando me tocó el turno de pagar:

- Vaya desastre. Hubiera sido mejor que los yanquis se quedaran en su casa
Rajib me fulminó con la mirada.
- No, no, no, no, tú no entiende, americano bueno, americano necesario ir a oriente porque árabe no sabe estar en paz
- Eso que sale ahí no es muy pacífico que digamos -se me ocurrió rebatirle-
- No entiende, no entiende, mundo mejor así con americano, yanqui bueno, árabe loco, yo apoya americano
- Que no hombre, que son unos entrometidos de mierda...
- ¡Rajib quiere un día vivir en América! Mucho trabajo día y noche, no guerras en casa de americano

Me di cuenta de que lo mío, como lo de los putos yanquis, era una batalla perdida. Pagué y me fui preguntándome de dónde habría salido este morito despistado.

sábado, febrero 09, 2008

amor equino

quiero estar atado a ti
quiero ver lo mismo que tú ves
quiero que no importe el color de nuestra piel
quiero sentir tu aliento con el mío
quiero apoyar mi cabeza en tu cuello
quiero que juntos tiremos del carro

y a dios pongo por testigo
que aunque tenga que comer hierbajos
nunca dejaré que pases hambre


jueves, febrero 07, 2008

cagadas y cagaditas (y II)

Bajé a eso de las nueve a casa del vecino. La excusa era pagar los tres meses atrasados de escalera que le debía a su mujer. La muy embaucadora me invitó enseguida a unos buñuelos que daban la hora. ¿Cómo hace semejante arpía para cocinar cosas tan ricas? Es algo que me sobrepasa. Un momento. ¡Qué ejemplo más claro de alguien que canaliza energía negativa para cosas positivas! Pensé en una retirada apresurada para reflexionar sobre esta mini-revelación cuanto antes, pero luego me llegó el aroma de sofrito con champiñones frescos y supe que iba a cenar con el viejo.

El vecino me recibió en el salón, con una copa de brandy en la mano. Llevaba una bata horterísima de color granate, y estaba en pantuflas. A mí me preparó un Campari porque hace ya tiempo que me tiene calado. Yo observé de reojo los aparatos electrónicos que se concentraban cerca de la ventana, pero no me arranqué a preguntar nada porque en el fondo ya conocía el percal. Charlamos un rato mientras llegaba la cena. Me vio pensativo y como siempre fue directo al grano:
- ¿Por qué te comes tanto la cabeza, chaval? No hay nada tan grave como a ti te parece, las cosas son mucho más sencillas
- Mire vecino, a mi lo que me fastidia...
- Espera, quiero que veas algo
Con su mano arrugada y peluda sacó un pequeño bulto negro del bolsillo de la bata. Parecía una radio portátil, pero tan minúscula que hubiera sido imposible de manejar
- ¿Sabes qué es?
- Pues mire, no
- Esto es un mini-hd, un soporte digital de gran capacidad. Fabricación coreana
- ¿Del sur o del norte?
- No seas impertinente, chaval
Me pasó el brazo por el hombro y me apartó un poco de la puerta.
- Podríamos ponerlo pero no quiero que mi mujer se escandalice. Básicamente eres tú en una discoteca el otro sábado, y es la única copia.
Me quedé de piedra.
- Pero... vecino... ¿cómo lo ha conseguido?
- ¿Tú te crees que nos pegamos 40 años de guerra fría comiéndonos los mocos? No fue difícil convencer a los del Apolo

No sé cómo haría el viejo para birlársela al señor rodilla, pero sentí un alivio enorme. Vaya subidón. Hacía tiempo que no me sentía tan de puta madre. Bueno, desde el sábado...

Justo en ese momento entró la bruja por la puerta con una fuente enorme, que aunque tapada no podía contener los fantásticos efluvios del interior. Nos sentamos a la mesa y el vecino abrió una botella de buen tinto. Ella destapó la bandeja y un corderito de aspecto tiernísimo se desacía en una base de patata, cebolla pochada, champiñones, ajo y tomillo. Nos pusimos a hablar de la familia, y por un rato se me fueron las preocupaciones.

Al acabar de cenar mi humor había cambiado por completo, y tenía la moral por las nubes. La mujer del vecino nos empujó hacia el sofá porque quería sitio para recoger tranquilamente. Yo lo veía todo más claro, y así se lo dije al viejo mientras él se restregaba un cohiba por las narices:
- Vecino, yo realmente creo que la gente no está todo el día repensando en lo que los demás hacen o dejan de hacer, no tienen tiempo
- Exacto
- Y tampoco tienen tiempo ni ganas de juzgar a las personas, porque en el fondo quien te quiere no te juzga y si lo hace, seguramente no te quiere tanto y da igual que te juzque y que se pierda
- Yo de ti estaría tranquilo
- Sí, la verdad es que me siento mejor
- El cordero también ayuda

Era medianoche, se me hacía tarde. El vecino me acompañó a la puerta y por encima del hombro me despedí de su mujer. Cuando estábamos en el umbral, me agarró del brazo y bajó la voz:
- Chaval, hay una cosa que debes saber: lo que te he enseñado antes, era una caja de juanolas. No tengo la grabación de lo que hiciste o dejaste de hacer el sábado. Pero eso no cambia ni una coma de lo que tú mismo te acabas de decir. ¿Estamos?
- ...
- ¿Estamos o no?
- Claro, vecino


martes, febrero 05, 2008

cagadas y cagaditas (I)

No ha tardado mucho el capitán fonzollo en darle al señor rodilla material abundante para ser crucificado. El sábado estaba invitado a dos celebraciones encantadoras pero que compartían características funestas: ser consecutivas en el tiempo, y estar abundántemente provistas de alcohol. Con estas premisas, sólo un milagro o una iluminación divina urgente podían salvar al capitán. Pero como todo el mundo sabe, dios no existe, y no pasó ninguna de las dos cosas. Ocurrió que el vinito se lo llevó de la mano hacia otra dimensión, en la que había gente que sonreía y otra que no tanto. Luego dijo "Diego" pero quería decir "Rodrigo", y empezó a trafucarse con los gestos y las palabras, y Diego y Rodrigo se hartaron de tanta torpeza e indecisión. Luego ya los recuerdos se apagan. Lo peor de todo es que, con cámaras ocultas en los baños, el guardarropía y el balconcillo del Apolo, el señor rodilla lo captó todo en cinemascope.

Pronto llegará el chantaje.

Con el tiempo, uno identifica los problemas. De confianza principalmente, por no atreverse a llamar a las cosas por su nombre. A veces claro, porque otras veces los nombres y hasta algún improperio salen con una facilidad que desconcierta al pobre interlocutor de turno. Esto suele pasar más frecuentemente en el entorno diario de subsistencia ("trabajo"). De algún modo hay que canalizar esa energía que se desperdicia en un sitio, hacia menesteres más provechosos.

El capitán fonzollo decidió que al día siguiente le haría una visita al vecino, porque necesitaba que alguien le recordara cúal era su lugar en el mundo. Cerró los ojos, apagó la luz, y se durmió pensando en lo mucho que odiaba los martes.

domingo, febrero 03, 2008

la chica del tambor

hace tiempo que no tenía la desgracia de padecer su presencia, pero anoche al volver a casa me di de morros con la cruda realidad: el señor rodilla anda rondando por aquí... estoy seguro de que, alertado por la inusual actividad con la que he comenzado el año, se dispone a sabotearme cuanto pueda: un capitán fonzollo fortalecido no interesa en ciertas esferas, y sin duda la orden ha debido ser contundente

o no hubieran mandado a su mejor hombre

aún así, hay cosas que no cambian... su torpeza a la hora de camuflar el vehículo de vigilancia haría sonrojar a un becario del CNI... también me reconfortó ver cómo la mujer del vecino había incrementado el número de macetas en la ventana del salón: signo inequívoco de que, tras los geranios, el viejo ya ha desplegado el contraespionaje y hará todo lo posible por mantenerme a salvo del puto esbirro imperialista


onanismo dominical

a veces me pregunto el por qué de tu retraso, dónde te habrás metido, si será un parón eléctrico la causa de la incomunicación que te impide avisarme de que todo está bien... no acierto a calmarme y subo y bajo por las paredes dejándolas perdidas de pisadas, las mismas paredes que me cuentan historias que ya he oído antes y no quiero escuchar más... tengo ganas de recriminarte defectos que no conozco y que en el fondo me encantan... no hay manera de saber lo que nos espera, pero esperando enfurezco y se me hace grande la espera, y aunque no importa, no se me ocurre nada más importante