S I N S E N T I D O S S I N C R I T E R I O

todo es mentira excepto lo que no queremos ver

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miércoles, julio 30, 2008

acompañar



"yo tengo un pensamiento vagabundo, voy a seguir tus pasos..."

lunes, julio 28, 2008

la puerta

¿Qué hora sería? Sputnik arqueó la ceja y con un somnoliento destello verde acertó a leer el reloj de la pared: las seis y media. "Qué contrariedad", pensó para sus adentros. Bostezó un par de veces. "Con lo bien que se está aquí...". Con litúrgica repetición se puso en pie, arqueó el lomo y luego lo estiró, acompañando primero con las patas delanteras y luego con las de detrás. Notó, al salir de la pequeña cama de terciopelo, un bufidito tras de sí, y comprendió que no había sido lo suficientemente sigiloso. Se dio la vuelta, ella lo miraba. Estaba apoyada sobre el costado derecho, enroscada sobre el hueco que hasta hace un momento él ocupaba, con los ojos entreabiertos y una mueca placentera dibujada en su dulce y felina boca. Era una preciosa gata de color miel, con tres atigradas rayas simétricas en la frente y unas manchas rosadas en cada uno de los lados del cuello. "¿Dónde vas, pichón?". Por más que se repetía, la escena aún era motivo de desacuerdo. Sputnik eligió las palabras con astucia. "Fíjate, se me ha hecho tarde, porque otros días a esta hora ya me he marchado. Se está tan bien a tu lado... Adiós muñeca, nos vemos mañana". "Nooooooooooo, quédate un poco más". Su erótico ronroneo le erizó a sputnik todos y cada uno de los pelos del espinazo. "Nena, no tienes final. Sabes que tengo que estar en casa cuando él vuelva. Se pone muy nervioso si me busca y no me encuentra. Es peligroso que descubra la puerta". Intentaba sonar convincente. "Pero pichoncillo mío, hoy hace sol, seguro que se entretiene por ahí tomando una cerveza". Sputnik resopló. Su cola semierguida se movía espasmódicamente de izquierda a derecha, con golpes rápidos y acompasados. El olor que emanaba de las glándulas de su gatita era tentador, pero él era un gato responsable y estaba decidido a marcharse. "Mira muñeca, ya sabes lo que hay. Me quedaría contigo pero tengo que estar en casa. Además, me has dejado dolorido con ese roce tan rico que tú tienes". Había una sonrisilla viciosa en su boca mientra decía esto. "Tengo más, tigretón... ven y lo verás", contestó ella juguetona. "Definitivamente no tienes remedio. Adiós". Ella suspiró y se resignó a otra noche de calenturienta soledad. Con un giro perezoso colocó su cuerpo panza arriba, y comenzó a lamer los costados de su esponjosa tripita.

Sputnik salío de la estancia con pensamientos morbosos, recordando las muchas posturas distintas en las que había hecho el amor aquella tarde. Se había puesto las botas, era el puto gato con botas. Era muy afortunado y no se podía arriesgar. Sí, era un incordio llevar una doble vida. Sí, preferiría una situación más normal en una casa familiar con su gatita e incluso algún humano más si fuera necesario. Pero el capitán era un tío de ley, algo estricto pero con corazón, y no se podía quejar de cómo le cuidaba. Le daba muchos mimos, y eso para sputnik era casi tan importante como el sexo y la comida. Sabía que el muy gruñón no aceptaría verle aparecer un buen día de la pata de su panterilla, rogándole acarameladamente que aceptara duplicar el presupuesto alimentario y limpiar el doble de pises y cacas. No iba a funcionar, por más que se pasara una semana entera refrotándose entre sus piernas. Era por eso que había decidido mantener la puerta en secreto. Ayudaba el hecho de su oscura ubicación, tanto que a veces incluso se arriesgaba a usarla estando el capitán en casa para echar un polvo express. Cuando él notaba su ausencia, lo buscaba sin éxito por todas partes, y al otro lado de la puerta sputnik lo escuchaba mientras ella jugaba a ser la gata sin dientes. Era una buena vida. La molestia de tener que estar visible a ciertas horas y los fines de semana, se compensaba obteniendo lo mejor de cada mundo: comida, mimos, sexo sucio y gustoso. Además, se acercaban las vacaciones y entonces aquello iba a ser un festival. Sputnik se relamió los bigotes y se deslizó suavemente al otro lado de la puerta, pensando en lo mucho que se quería a sí mismo. "Soy un fiera...".

jueves, julio 24, 2008

comida rápida

Hoy he comido con greta. Me hacía ilusión llevarla a un sitio caro, pero ella ha insistido en comer una hamburguesa y de nada ha servido que le criticara su gusto por la basura. De hecho se ha ofendido porque para ella la basura es cool, y con un bufido ha zanjado la discusión mientras me arrastraba de la mano hasta un burger lleno de turistas. Es peligroso intentar razonar con greta: ella prefiere que le griten y le impongan lo que tiene que hacer, y si no que se callen.

- No sé cómo puede gustarte esta bazofia.
- Está buenísima.
- No, tú estás buenísima y encima tienes la suerte de que tu cuerpo elimina toda la porquería que le metes.
- Pues tengo un poco de tripilla.
- Eso no es tripilla, es la puta tentación. Bájate un poco el top o a aquel guiri de allí le va a dar algo.
- Basta chato. Hace días que no me ves y como sigas así van a pasar muchos más hasta la próxima vez. Dame una servilleta.
- Eres una chantajista.
- Y tú un bobo. Si sacaras ese carácter cuando lo tienes que sacar, no estarías tan atado a tus dudas.
- ¿Qué quieres, que me ponga a chillarle a todo el que no vea lo mismo que yo veo tan claro?
- ¿Y por qué chillar? Ese es tu problema, que no tienes término medio. ¿No hemos pedido más ketchup? Ya no me queda.
- Esa cantinela del término medio ya me la sé.
- No lo parece...
- Cómo me cargas, guapa. Me cargas sobremanera.

Ahí greta me ha mirado con ojos de cordero, y con un trocito de lechuga pegado a la comisura de los labios. Estaba sexy igual.

- Qué bien hablas, eres un encanto.
- Y tú una petarda. Esta hamburguesa sabe a goma.
- Cielo, abre tu mente. Las vacas que dan esa hamburguesa son de una raza seleccionada. Esto es un manjar. ¿Te queda bebida?
- Las vacas no dan hamburguesas, dan leche. Las matan para hacer hamburguesas. Hay una pequeña diferencia.
- Ya me has entendido. Ay mira, nunca vas a ser feliz con esa obsesión por controlar cada detalle. ¡Madre mía, tu pajita da asco! ¿Es que no tragas antes de beber?. Sácala que voy a tomar de la tuya. No te importa, ¿verdad?
- Toma listilla, te he dejado un par de alitas de pollo, están ricas.
- Hazme caso, las cosas no sólo se consiguen a cabezazos. Relájate y verás como te vas llenando de duende. Y ahora guapo, me marcho. Gracias por traerme, me encanta este sitio. Me voy corriendo que no llego al gym. Muak.
- ¿Me vas a dejar aquí, sólo? Aún me falta u...
- La próxima invito yo.
- Ni siquiera te has comido las alitas.
- Cariño, lo único que no soporto son las alitas. ¿Sabes lo que les hacen a esos pobres pollos?


¿qué os pensábais?

Desde hace semanas se multiplican en los diarios las noticias referentes a la crisis inmobiliaria y sus efectos devastadores en la economía familiar de los españoles. Como observador semi-indiferente de la actualidad, me resisto a malgastar mi escaso juicio en cosas que no tienen remedio, pero este tema consigue sublevarme tanto los nervios que a continuación expongo mi interpretación de los hechos. Se oyen a babor y estribor proclamas que culpabilizan, en ningún orden particular, a los bancos, las inmobiliarias, y los gobiernos presentes y pasados. Todos ellos, parece ser, han tenido motivos para fomentar una escalada de construcción y precios que para cualquier persona con un poco de sentido común era insostenible, con el fin claro está de beneficiarse política y económicamente, según corresponda (o ambas, que ya nos conocemos). Yo sin embargo creo que, para empezar, la santa institución bancaria no debería ser objeto de acusaciones de culpabilidad, por ser sobradamente conocido su viejo modelo de negocio consistente en cobrarnos a nosotros por prestarles dinero a ellos, dinero con el cual hacer de usureros autorizados y lucrarse en exclusiva con la rentabilidad obtenida. Luego, se crea una fundación para patrocinar el arte y desgravar un poco y todos contentos. Lo suyo sí que es arte. Al inventor de semejante camelo habría que canonizarlo, aunque algo me dice que eso ya ha ocurrido. En cuanto a las inmobiliarias, esos hongos que crecen allí donde huele a mierda, es simplemente repugnante que pretendan ahora ser rescatados por el sector público (yo y todos los que cotizamos) cuando durante años se han dedicado a engordar sus barrigas y dárselas de listos mientras contaban el botín del robo y lo ponían a buen recaudo en algún lugar del que ahora nadie dice nada. Pero la culpa tampoco es suya. Respecto a los gobiernos azules o rojos, realmente nunca los he distinguido mucho en materia económica (en lo neo-liberal soy más bien daltónico), así que les libraremos por esta vez también a ellos del dardo crítico, para dirigirlo hacia el auténtico culpable de eso que llaman "la burbuja inmobiliaria": el comprador. Cuantas veces, charlando delante de una cerveza, ha surgido la famosa discusión de "comprar es mejor que alquilar". Claro, claro, y tú eres un genio. Tú te endeudas hasta las cejas, comprometes tu futuro y quizá el de los que te sobrevivan, para comprar algo que, ladrillo sobre ladrillo, no vale ni la décima parte de lo que tú estás desembolsando. Es más, estás tan reconfortado en la idea de que "su precio se multiplicará en pocos años" que, para obtener el dinero que financie tus húmedos sueños de plusvalía, te lanzas en brazos del mayor perforador de culos de la historia universal, el banco. Cada uno tiene lo que se merece. Lo único que estás haciendo es contribuír a que el precio siga subiendo y empujar al siguiente comprador un pasito más cerca del precipicio, pero ten en cuenta que como vais todos agarrados de la manita, el primero que pise en falso os llevará con él para abajo. Toda la teoría está muy bien si tienes varios pisos para especular y ningún tipo de ética social, pero si no, lechoncillo, es una zanahoria que nunca vas a poder morder porque obtener el beneficio significa endeudarse para comprar tu siguiente vivienda que, sorpresa sorpresa, es más cara todavía. Me recuerda esas cartas que recibe la gente en los pueblos, regalándoles un "fantástico" reloj a condición de correr con unos gastos de envío misteriosamente elevados. Lo triste es que muchos pican. Con la vivienda ocurre lo mismo. El precio es irreal y la misma casa no para de aumentar su precio, pero a muchos esto les parece normal. Cada vez que subo al pueblo, más y más bloques de cemento me impiden la visión del pirineo, pero el censo sigue diciendo que somos ocho mil almas, ¿realmente hay alguien que considere sostenible esta situación?. Obviamente sí, lo cual constituye una inquietante demostración de nivel cultural en "la octava economía del mundo". Por favor, me da la risa. Imaginemos que entro en un concesionario de coches, por ejemplo, a preguntar el precio del modelo X que tanto me gusta. "Cuatro millones", responde el vendedor, y yo educadamente me retiro a pensar. Al cabo de un año de sacrificios por fin me puedo permitir el modelo X, y cuando vuelvo ilusionado al mismo concesionario con la única duda de si lo quiero rojo o gris perla, descubro sorprendido que el precio se ha disparado hasta los seis millones. No se conocen en la europa unificada índices semejantes de inflación, pero yo, convencido de las bondades del vehículo, decido endeudarme y comprarlo. Cuando vuelvo a casa, mi mujer me corre a gorrazos y los niños se ríen del imbécil de su padre. ¿Por qué comprar algo que ha multiplicado su precio sin motivo?. Alguien me dirá aquello de que "los coches pierden valor y los pisos no...". Pues bueno amiguitos, eso se ha terminado.

lunes, julio 21, 2008

voll-damm, el mercedes de las cervezas



resaca festivalera = foto chorras

viernes, julio 18, 2008

oh prédateurs tentacoulaires...!!

Méritos

El pulpo tiene alojados en su cabeza tres corazones, dos de los cuales bombean sangre a las branquias y el tercero al resto del cuerpo. Cada tentáculo se maneja separadamente, gracias a un pequeño cerebrín que depende del principal. El tercer tentáculo es en realidad un órgano copulador que se introduce en la hembra y libera los espermatóforos. De todo lo anterior se deduce que el pene de un pulpo tiene su propio cerebro. El macho abandona a la hembra justo después de la fecundación. La hembra cuida de los huevos fecundados por un periodo aproximado de un mes, tiempo durante el cual se niega a comer. Al nacer los pulpitos, la madre muere por inanición. Los pulpos aprenden observando, por ejemplo para mimetizarse con formas de animales inofensivos y no ser detectados por su presa. Este conocimiento lo adquieren por sí solos, ya que nunca llegan a convivir con sus padres por los motivos ya explicados.

Consecuencias

Golpear el pulpo con saña contra una superficie dura, para ablandar nervio y carne. Cocerlo en una olla, preferentemente de cobre, introduciendo y sacando el animal varias veces del agua hirviendo con el objetivo de que no suelte la piel. Servir cortado a rodajas sobre un lecho de patata hervida, aliñado con sal gorda, aceite de oliva y pimentón.



jueves, julio 17, 2008

summercase 2008


Bobby Gillespie: "sus vais a enterar..."

the furs

Qué cojonazos los míos para colgar la crítica de un concierto que lleva un mes difuminándose en mi recuerdo. Psychedelic Furs tocaron en una sala bikini a la que se accedía de modo intergaláctico por un revirado tunel de cemento. No frecuento, pero me comentaron que las obras duran ya un año. Tres cuartos de entrada y bastante arruga entre artistas y público para un concierto de rock por su sitio. Haciendo un poco de historia diré que los furs fueron grupo de referencia en la nueva ola de principios de los ochenta, para luego difuminarse en la inevitable y algodonosa neblina del sonido sobreproducido y ultrasintetizado que asesinó aquella década tres o cuatro años después de su comienzo (a día de hoy sigue siendo la década más corta de la historia, lo sé, la viví y realmente se hizo muy corta). El grupo se presentó con formación clásica voz-guitarra-bajo-batería-teclado y un muy ochentoso saxofonista (Mars Williams) que enseguida dejó claro a qué venía con una intro crepuscular que nos puso como motos: venía a jugar al rasca y gana con nuestra médula espinal, así que si alguna vez os cruzáis con él estad avisados. Al mando, Richard Butler con su voz afónica característica y de bastante buen rollo, lanzándose a por ese pedazo de repertorio del que disponen con tan sólo recurrir a sus dos primeros discos, Psychedelic Furs (1980) y Talk Talk Talk (1981). Empezaron con Into you like a train y a partir de ahí fueron cayendo las perlas: Imitation of Christ, Pretty in pink, Dumb Waiters, Sister Europe, I wanna sleep with you, India... Sonaron oscuros pero accesibles, consistentes, despiertos, anclados no en el pasado sino en su autenticidad, que viene a no ser lo mismo. Incluso el sonido de temas de su epoca más comercial como The Ghost In You se contagió de la aspereza necesaria para expandir la gama de negros sin ser lastre para nada. Ninguna queja con la potencia de la batería, y luego Mr Williams abrasando cada canción con su marciana interpretación de hasta donde se puede llenar el sonido de un grupo de rock con un saxo sin hacerse empalagoso, e incluso eclipsar la guitarra por registro, rasgado, ruido, rabia y todas las erres que se me ocurran. Si me oyera el que no se entera me pegaría una colleja, pero si oyera a los furs en directo se le iluminarían los ojillos. Por cierto, recuerdos.


chiquilladas

Cuando me quise dar cuenta las dos ruedas ya estaban en el aire, y volaba. Le había dado demasiado fuerte a los pedales por miedo a quedarme corto, y el exceso de velocidad me había catapultado hacia la rampa. Mi suerte dependía ahora de su ángulo de inclinación, longitud e irregularidades, todos ellos factores fuera de mi control. Nada más despegar me asusté, y apreté con fuerza los frenos sin acordarme de que algunas cosas se vuelven inservibles al perder el contacto con el suelo. Pero el salto era bueno y gané altura, aunque no controlaba el destino de mi vuelo. En un breve instante de ingravidez se me pasaron por la cabeza recuerdos de pantalones rotos, rodillas ensangrentadas y orgullos heridos, recuerdos de hierros torcidos y de las muchas bicicletas que hubo que tirar cuando ya no había por donde soldarlas. Pero mi furia y yo queríamos volar, y lo que pasara hasta conseguirlo era tan sólo el trámite insoportable de la impaciencia. Sintiendo el aire en la cara, me agarré lo más fuerte que pude a las manetas de goma, y junté las piernas para intentar colocar el peso alrededor de la barra central. Pareciera que los segundos se eternizaran en lo inevitable de la fuerza ascendente. Cuando sentí que volaba cerré los ojos, elevándome con ganas ciegas hacia el sueño de no aterrizar.

en el cuartel abandonado...


...comprobando que por donde pasa el ejército español, sí vuelve a crecer la hierba (y las paredes hablan)


martes, julio 15, 2008

ser o no ser



listo o listillo, tonto o tontorrón, viejo o maduro, grande o gradullón, entero o enterado, cabreado o cabrón, gracioso o agraciado, calimero o cascarón, primero o primerizo, segundo o segundón, informado o engañado, pata negra o jamón york, digno o indignado, asustado o cagón, guiri culto o culturista, taxista o buen conductor, somnoliento o ensoñado, contable o inventor, presupuesto o predispuesto, policía o embaucador, empanado o rebozado, kas naranja o kas limón, sobreexpuesto o subexpuesto, blanco y negro o color, entrañable o navideño, polvo rico o polvorón, enfermo o paciente, insufrible o sufridor, consonante o asonante, techno-pop o rock'n'roll, afeitado o rasurado, aceituna o boquerón, fonzollo o gayumbo, capitán o merinero, arrumbado o sin rumbo, catalán o madrileño

jueves, julio 10, 2008

la ciencia del sueño

¿Qué son esas luces? Atraen mi cabeza con una fuerza varias veces mayor a la de su peso, por lo que me cuesta aguantarla vertical. Puedo leer mis pensamientos en un libro de neón. "Clonc". Mierda, le he dado. Aturdido, me froto la frente con los dedos, pero mi mano es gigante y me asusto... ¡y chillo!. Silencio, me están mirando. Mis compañeros me escrutan con sus ojos ignorantes, pero esta no es la primera vez. Pongo cara de circunstancias y devuelvo la mirada a la pantalla del ordenador, llena de cifras y gráficos que no me interesan. ¿Por qué aceptaría este trabajo?. Lo sé perfectamente, quería saber de qué hablaba ese gusanillo que me insistió en venir a esta ciudad. Ya no recuerdo bien si lo vi en sueños o despierto, quizá mientras comía una manzana, pero no importa. Hay aspectos de mi vida que sólo puedo entender con trozos de explicación que voy encontrando en los sueños. Quizá tenía que pasar por aquí para encontrarme con otras gentes también fuera de su lugar.

En cualquier caso estoy mirando la pantalla. La búsqueda me ha devuelto 24.664 registros, todos con códigos parecidos, en letra tahoma azul sobre fondo blanco. El enorme listado ocupa páginas y páginas que voy recorriendo con la rueda del ratón. Hay simetría en el ordenamiento de las columnas, como en una vista aérea de mi ciudad cuadriculada. Espera un momento. Hay un registro con caracteres extraños, que no parece estar del todo bien. La letra es de otro color, más anaranjado y... ¡palpita!. Me froto los ojos, o eso creo. Veo como la calidez de su tono se expande a borbotones por el listado. Al mezclarse con los registros azules, el color precipita y crea chorros verdosos que caen, como hilos cortados, sobre el lienzo brillante de la pantalla. Al llegar abajo, desbordan y derraman sobre la mesa, avanzando hacia mi mano. El extraño halo de color comienza a crear una forma sobre mi palma abierta, que luego se va pareciendo a una extraña clase de fruta. La acerco a mi boca y muerdo. Es gelatinosa, con un sabor que me recuerda al picor del agua marina. Algo se está moviendo ahora en la pantalla: las líneas rectas se están deformando, se deshacen las intersecciones, se crean nuevas conexiones, se rellenan los espacios, trazando curvas y tirando arcos hacia un punto de fuga. Me acerco a mirar y la nueva asimetría me atrae, con una fuerza varias veces superior a mi curiosidad. ¿Qué llevará esa fruta que he probado? A la derecha, la busco con la mirada pero mi mano se ha vuelto a convertir en manaza. Me asusto. Chillo justo en el momento de golpear mi cabeza contra la pantalla y cruzar de vuelta el umbral del sueño, recibido por un coro de miradas preocupadas.


Inspirado por "La science des rêves", de Michel Gondry (2006)

martes, julio 08, 2008

con la música a otra parte

Cuando entró por última vez en el pequeño cuarto de estar sintió que se le retorcía la boca del estómago. El suelo estaba vacío, con distintas tonalidades allí donde habían estado los escasos muebles, y sus pasos resonaban ahora con el eco triste de los lugares que justo pierden la vida. Un viejo cuadro con el marco raído y una foto suya de hacía algunos años era el único objeto que había decidido no arrojar a la basura. Tampoco lo llevaría consigo. Por alguna extraña razón ese cuadro lo quiso dejar ahí, en la pared que daba al pasillo, con su retrato en blanco y negro mirando de reojo hacia la puerta. El que no se entera, el amigo musicófilo del capitán fonzollo, respiró entrecortadamente y unos lagrimones enormes comenzaron a resbalarle por las mejillas, cayendo al suelo delante de sus pies. Hacía mucho calor, pero él sólo notaba el escalofrío de los recuerdos escapándose por la ventana. Se acercó al balcón y observó el patio que tantas veces le había proporcionado entretenimiento, con sus docenas de terrazas, tendedores y persianas. Pensó en cómo los otros vecinos, desde todas esas ventanas, habrían visto su casa. ¿Qué aspecto tendría por fuera? ¿Se vería tan destartalada como las demás? Probablemente sí. Nada que ver, pensó, con lo apañada que él la había dejado por dentro a lo largo de estos años. "Las apariencias engañan". Le resultaba curiosa, en el momento de la despedida, la irónica simetría entre lo que había sido su hogar y el desbarajuste que inundaba su cabeza. "Las apariencias engañan", volvió a repetir para sus adentros, dando media vuelta y cruzando la casa en unos pocos pasos. Salió cerrando la puerta tras de sí, casi sin desviar la mirada.

miércoles, julio 02, 2008

díselo al sol

borra los rastros de nube
con el vuelo exacto de tus gestos
sube lo más alto que puedas
sin extrañarte de ver el mundo a tus pies
dile al sol que hoy es tuyo
y del rastro dorado de tu cabello
gira sin pasar por un mismo punto
jugando con las sombras de tu cuerpo
traza el perfil de la luz en el aire
y riega los campos con el viento
de tus brazos que dibujan ligeros
las formas que adoptará el tiempo
codifica tu mensaje en destellos de amanecer
dirige el reflejo hacia un lugar secreto
regala a las flores promesas de atardecer
y esculpe en el cielo un recuerdo perfecto

martes, julio 01, 2008

armaggedon

Se sabe que no es un día normal cuando el sol aparece antes de hora por el sitio equivocado. A las siete de la mañana la temperatura es infernal, y la ciudad se despierta asfixiada en la ignorancia de lo que se avecina. Mientras la luz va ganando en intensidad, comienzan a combustionar espontáneamente los carteles de se vende piso, a prender fuego los contenedores, y las cacas de perro derretidas forman putrefactos riachuelos que corren paseo de gracia abajo. A media mañana, el cielo está cambiando de color cada pocos minutos. Las palomas caen muertas en pleno vuelo, inundando las fuentes de plumas negruzcas. Atruena el sonido de la cope por las esquinas del eixample, al dispararse de manera incontrolable el volumen de las radios en los taxis. A los taxistas se les funde el cerebro y comienzan a conducir bien, ante el estupor de la ciudadanía. Al alcanzar los cincuenta grados el desconcierto es ya total. Los animales han escapado del zoo y arrasan la ciutat vella, atacando a los turistas que se cruzan en su camino. Las ambulancias atropellan a los peatones, por intentar llegar demasiado rápido a los avisos de infarto. Las abuelitas observan aterrorizadas desde sus ventanas, santiguándose y mirando al cielo, mientras éste les niega sus plegarias degradándose lentamente del rojo apocalíptico al negro abismal. Es mediodía. Corren rumores de que la clase política ha perecido intentando escapar por las alcantarillas, devorada por cucarachas del tamaño de elefantes. El calor está fundiendo ahora los cristales de los edificios. El líquido ardiente cae a chorretones sobre las personas que corren desconcertadas por las calles, en una macabra alegoría medieval. Las peores horas de la tarde aguardan, ya sólo los tontos tienen esperanzas de sobrevivir. El mar ha comenzado a hervir y se funden los cimientos de la barceloneta. Cientos de edificios comienzan a derrumbarse. A los guardias urbanos les estalla la cabeza cuando intentan multar a los conductores que no respetan los límites de velocidad por huír del asfalto que se derrite a su paso. La piedra de las construcciones más emblemáticas se está deformando hasta adoptar nuevas e inquietantes formas. La catedral parece una lanza, la sagrada familia un tridente, el camp nou un caldero ardiente. En pedralbes, los jardines se han teñido de rojo por la hierba quemada y la sangre de los insectos achicharrados. En los bloques de oficinas los termostatos de aire acondicionado, previamente programados, intentan compensar el aumento de la temperatura con chorros de aire aún más gélidos si cabe. Los oficinistas mueren congelados en bloques de hielo grisáceos, para inmediatamente derretirse por el efecto ya imparable del calor sobre las estructuras de aluminio. A las ocho en punto de la tarde comienza a amainar el fragor infernal. La estación de sants luce enormes socavones en gran parte de su estructura. Justo en ese momento hace su entrada en la vía nueve el ave procedente de madrid, dos minutos sobre el horario previsto. Los pasajeros se dirigen raudos a las ventanillas para reclamar su devolución, pero sólo encuentran el anuncio de huelga del personal de renfe, en carteles deformados con las esquinas chamuscadas.