S I N S E N T I D O S S I N C R I T E R I O

todo es mentira excepto lo que no queremos ver

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lunes, julio 28, 2008

la puerta

¿Qué hora sería? Sputnik arqueó la ceja y con un somnoliento destello verde acertó a leer el reloj de la pared: las seis y media. "Qué contrariedad", pensó para sus adentros. Bostezó un par de veces. "Con lo bien que se está aquí...". Con litúrgica repetición se puso en pie, arqueó el lomo y luego lo estiró, acompañando primero con las patas delanteras y luego con las de detrás. Notó, al salir de la pequeña cama de terciopelo, un bufidito tras de sí, y comprendió que no había sido lo suficientemente sigiloso. Se dio la vuelta, ella lo miraba. Estaba apoyada sobre el costado derecho, enroscada sobre el hueco que hasta hace un momento él ocupaba, con los ojos entreabiertos y una mueca placentera dibujada en su dulce y felina boca. Era una preciosa gata de color miel, con tres atigradas rayas simétricas en la frente y unas manchas rosadas en cada uno de los lados del cuello. "¿Dónde vas, pichón?". Por más que se repetía, la escena aún era motivo de desacuerdo. Sputnik eligió las palabras con astucia. "Fíjate, se me ha hecho tarde, porque otros días a esta hora ya me he marchado. Se está tan bien a tu lado... Adiós muñeca, nos vemos mañana". "Nooooooooooo, quédate un poco más". Su erótico ronroneo le erizó a sputnik todos y cada uno de los pelos del espinazo. "Nena, no tienes final. Sabes que tengo que estar en casa cuando él vuelva. Se pone muy nervioso si me busca y no me encuentra. Es peligroso que descubra la puerta". Intentaba sonar convincente. "Pero pichoncillo mío, hoy hace sol, seguro que se entretiene por ahí tomando una cerveza". Sputnik resopló. Su cola semierguida se movía espasmódicamente de izquierda a derecha, con golpes rápidos y acompasados. El olor que emanaba de las glándulas de su gatita era tentador, pero él era un gato responsable y estaba decidido a marcharse. "Mira muñeca, ya sabes lo que hay. Me quedaría contigo pero tengo que estar en casa. Además, me has dejado dolorido con ese roce tan rico que tú tienes". Había una sonrisilla viciosa en su boca mientra decía esto. "Tengo más, tigretón... ven y lo verás", contestó ella juguetona. "Definitivamente no tienes remedio. Adiós". Ella suspiró y se resignó a otra noche de calenturienta soledad. Con un giro perezoso colocó su cuerpo panza arriba, y comenzó a lamer los costados de su esponjosa tripita.

Sputnik salío de la estancia con pensamientos morbosos, recordando las muchas posturas distintas en las que había hecho el amor aquella tarde. Se había puesto las botas, era el puto gato con botas. Era muy afortunado y no se podía arriesgar. Sí, era un incordio llevar una doble vida. Sí, preferiría una situación más normal en una casa familiar con su gatita e incluso algún humano más si fuera necesario. Pero el capitán era un tío de ley, algo estricto pero con corazón, y no se podía quejar de cómo le cuidaba. Le daba muchos mimos, y eso para sputnik era casi tan importante como el sexo y la comida. Sabía que el muy gruñón no aceptaría verle aparecer un buen día de la pata de su panterilla, rogándole acarameladamente que aceptara duplicar el presupuesto alimentario y limpiar el doble de pises y cacas. No iba a funcionar, por más que se pasara una semana entera refrotándose entre sus piernas. Era por eso que había decidido mantener la puerta en secreto. Ayudaba el hecho de su oscura ubicación, tanto que a veces incluso se arriesgaba a usarla estando el capitán en casa para echar un polvo express. Cuando él notaba su ausencia, lo buscaba sin éxito por todas partes, y al otro lado de la puerta sputnik lo escuchaba mientras ella jugaba a ser la gata sin dientes. Era una buena vida. La molestia de tener que estar visible a ciertas horas y los fines de semana, se compensaba obteniendo lo mejor de cada mundo: comida, mimos, sexo sucio y gustoso. Además, se acercaban las vacaciones y entonces aquello iba a ser un festival. Sputnik se relamió los bigotes y se deslizó suavemente al otro lado de la puerta, pensando en lo mucho que se quería a sí mismo. "Soy un fiera...".

3 comentarios:

Joan Guarch dijo...

...el puto gato con botas...maravilloso!!!...

...lo de la gata sin dientes...para relamerse todo...miauuu!!!...

Anónimo dijo...

prrrrrrr, ¿qué os pensábais?

Anónimo dijo...

no dije nada en su dia, pero hoy al releerlo...jo...es muy bueno...es un fiera...

El viernes, antes de irme fui a despedirle, y sorpresa! no estaba...de verdad que no, por ningun sitio...y una vez perdida la esperanza, cuando ya me marchaba sin decirle adios, asomó la cabecilla por tu puerta, pero no se acerco del todo, me guiñó un ojo desde lejos y me dijo adios con la pata.

beso

gobelinn