S I N S E N T I D O S S I N C R I T E R I O

todo es mentira excepto lo que no queremos ver

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martes, mayo 27, 2008

miedo (ni pies ni cabeza)

Nada más confuso que un martes cruzado en la semana del capitán fonzollo. Hay en la confusión una parte de tristeza, que no tiene causa clara ni motivos oscuros. Tristeza es no controlar las variables que me hacen feliz. Tristeza es excusarse con estímulos sin ponerles nombre. La otra parte no se resume con una palabra, tengo que elaborar... Hay un cristal liso y transparente, puedo ver la luz al otro lado, quiero atravesarlo y atraparla con mis manos, pero si lo rompo me corto. Hay que esquivarlo, buscar la parábola. Sin más rodeos, hay que rodearlo. Luego está el sol. Hay que orbitar a su alrededor y verlo desde todos los ángulos. Hay que saber a qué corresponde cada relieve, a qué se deben los tonos variables reflejados en su volumen perfecto. Hay que ignorar lo volátil de nuestra posición relativa y atreverse a saltar con los ojos cerrados. Hace falta calor. La química de las cosas es sensible a la temperatura y a la presión. Como persona impresionable albergo una contradicción con la que no sé muy bien qué hacer. Huyo de las preguntas, pero los interrogantes se me amotinan y cuestionan mi poder de decisión. La imprecisión de mi mirada desenfoca el perfil exacto que la luz ha dibujado en el aire, delante de mi. Es el momento de actuar. Sopesar los datos sería lógico, y por tanto inútil. Es mejor el arrebato de fugarse con la evidencia. Las pruebas concluyentes suelen aparecer mucho tiempo después de emitir un juicio basado en la intuición. Hasta entonces, no hay más verdad que la que nosotros acordemos. El peligro es quedarse quieto. El movimiento es fundamental, genera inercia. La inercia es contagiosa, o difícil de detener. La inercia crea su propia verdad, la prueba misma de su existencia: si se mueve es real. Entonces, como una puerta que se abre, la realidad parpadea ante mí. Si soy rápido, puedo volar en ese breve instante y buscar un lugar dónde llevarme mis sueños. En una de esas igual no vuelvo, y entonces mi realidad se transporta a un nuevo nivel donde sólo vale lo que la piel siente allí y ahora, donde la experiencia es orientativa porque las variables han cambiado. Eso sí, los valores permanecen. Los valores son máximas que no cuestionamos para no tener que cambiar nuestra visión de lo que pasa. Hay que agarrarse a ellos e intuír lo demás, porque la experiencia por sí sola condiciona demasiado la aventura de volver a creer. Acertar es equivocarse por etapas, si llegamos primeros a la última las demás no importan. Hay algo en la inevitabilidad de toda esta historia que de algún modo me libera. La tristeza se transforma en alegría. El reloj ha entendido mi juego, ha avanzado conmigo y eso, eso claramente ayuda. Despido otro martes más. La alegría es una buena sensación, haría bien en llegar a un acuerdo permanente con ella, pero no sería yo... A veces necesito la angustia de obligarme a deducir las razones de lo que pasa en cada momento. No quiero pensar en el futuro, no puedo todavía, me gusta el sabor de los días que me rodean. Cuando el miedo se apodera de mi, sueño con deslizarme por la puerta trasera de este mundo implacable que me arrastra hacia el momento de la verdad.

1 comentario:

Ale dijo...

Sabia confusión capitán.